El terreno de la educación es un territorio en el que chocan y se enfrentan diversas perspectivas e ideologías, y todos luchan por tomar el control y ser aquella visión que predomine sobre el resto, entrando en la educación bajo los principio de dominación y control de masas. Así, se podría decir que la educación es una lucha constante por conseguir el control, convirtiéndose en un terreno lleno de conflictos y de intereses diversos que confrontan entre sí. Y eso mismo ocurre en muchos ámbitos de la educación social en los que no se trabaja desde una visión humanística, en la que el eje fundamental es la persona y el desarrollo de ésta a lo largo del ciclo vital. Y esta lucha de ideologías, comparte un problema mucho mayor que la disputa por el control de la educación, y éste es la facilidad que tiene la educación para convertirse en un mecanismo de manipulación desde una base de instrucción y adoctrinamiento, valorando su ideología como la predominante. Una hegemonía que juega dentro de la lucha de clases desde tiempos remotos, que deja en un último plano los intereses y deseos del ciudadano como individuo que posee ciertas necesidades que deben ser cubiertas mediante la educación.
Es lo que ocurre cuando la educación y las comunidades no se fundamentan en una ideología democrática. ¿Y qué debe hacer el educador social ante esto? Debe trabajar con la comunidad para definir y articular sus propias respuestas a ese control y a las necesidades que no están cubriendo, lo que hace mediante:
- El desarrollo de programas que permitan comprender el orden social y la posibilidades de actuación.
- Educar en la auto conciencia, otorgando a los sujetos de la educación una autonomía necesaria que les permita intervenir en sus propios programas.
- El asesoramiento y la promoción de la acción comunitaria.
En definitiva, alcanzar un objetivo que trate de desnaturalizar lo que para las personas ya está naturalizado, de forma que aumente la fortaleza espiritual, política, cultural y social en los ciudadanos y la comunidad a la que pertenecen, impulsando los cambios necesarios y la mejora de su entorno. Para ello, es necesario una toma de conciencia para la acción, que es la actuación conocida como EMPODERAMIENTO.
Muchos proyectos socioeducativos y culturales, se plantean finalidades de desnaturalización de la realidad que ya se tiene asumida y, de dar a las personas la oportunidad de poder expresarse basándose en la democracia deliberativa, de manera que sus voces, creaciones, expresiones, etc., pueden llegar a mejorar muchos aspectos, que por otra parte los canales mayoritarios no atienden o no están interesados en atender. Y para ello, es necesario ofrecer la posibilidad de expresarse, entender qué es lo que les pasa, de ser escuchados y valorados, poseyendo, compartiendo y defendiendo la propia opinión, y posibilitando la discusión, en términos de diálogo, sobre ella, de forma que con todos y para todos se llegue a una transformación positiva creada desde la perspectiva de la retroalimentación.
Se parte de la idea del ciudadano oprimido y alienado en y por la sociedad, la solución de lo cual se encuentra en cambiar el contexto, eliminando las situaciones de injusticia, y la propia mentalidad de cada uno, aflorando un sentimiento común que permita la empatía y con ella, la comprensión de la situación del otro y la propia, desde una visión crítica y constructiva.
Hoy, nos gustaría acercaros más a la práctica del educador, y por ello nos queremos reflejar en este post algunos de los centros que se rigen por esta ideología y que trabajan el empoderamiento, con el uso de la cultura para DAR PODER a las personas.
David Villanueva y
Carmen Fabuel